Frank P. Ramsey
Ya lo comentamos una vez hablando de la efervescencia matemática en la ciudad de Lviv en los momentos anteriores a la segunda guerra mundial. A veces se dan brotes de actividad intelectual de tal calibre que coinciden en el espacio y en el tiempo una pléyade de mentes maravillosas conviviendo estrechamente.
Naturalmente, siempre existen muy buenos motivos para que esto suceda, y si no se dan esos buenos motivos, simplemente no sucede. Por ejemplo en la España de hoy, con los sistemas educativos, con las políticas en materia científica de los últimos años y con la utilización que se hace desde las esferas del poder de los medios de comunicación, sería un suceso de probabilidad cero que tal cosa ocurriera.
En el período comprendido entre ambas guerras mundiales, en las ciudades de Oxford y Cambridge ocurrió algo así. Tan sólo en el Trinity College, tenemos los nombres de G.H. Hardy, John Littlewood, Srinivasa Ramanujan, Bertrand Russell, Ludwig Wittgenstein,...por mencionar los que reconozco a vuelapluma en esta lista
de alumnos distinguidos de esos años en el Trinity.
Frank Plumpton Ramsey nació en Cambridge en el año 1903. Pertenecía a una familia de extraordinario nivel en todos los sentidos: intelectual, social y monetario. Su padre, Arthur Stanley Ramsey fue presidente del Magdalene College de Cambridge. Su hermano Michael Ramsey fue arzobispo de Canterbury, ni más ni menos.
Dearrolló su labor intelectual en el Kings College de Cambridge desde 1.924 hasta 1.930, año en el que murió por las complicaciones derivadas de una operación quirúrgica.
Con 19 años publicó una revisión crítica de la obra de Keynes tan demoledora que el propio Keynes se vió obligado a recosiderar sus planteamientos anteriores.
Su mayor aportación a la matemática es la denominada Teoría de Ramsey, que no es sino el desarrollo de una idea central, contenida en el Teorema de Ramsey, que es el objeto de esta serie de post.
Pablo Fernández Gallardo y José Luis Fernández Pérez, autores este artículo magníficamente redactado, mencionan unas palabras de Ramsey ante un selecto grupo de discusión de Cambridge, que nos revelan un Ramsey apasionado, socialmente inquieto y amante de la vida :
Mi cuadro del mundo está dibujado en perspectiva, y no como un modelo a escala. El primer plano lo ocupan los seres humanos, y las estrellas son, para mí, tan pequeñas como monedas de tres peniques. No creo realmente en la astronomía, excepto como una complicada descripción de parte del curso de las sensaciones humanas y, posiblemente animales.
Aplico mi perspectiva no sólo al espacio, sino también al tiempo. A la larga el mundo se enfriará y todo morirá; pero queda mucho para eso, y su valor actual, a interés compuesto es casi nada. Que el futuro sea vacío no quita valor al presente.
La humanidad, que ocupa el primer plano de mi lienzo, es para mí interesante y toda ella admirable. Encuentro, al menos hasta ahora, que el mundo es un lugar placentero y excitante. Puede que vosotros lo encontréis deprimente; lo siento por vosotros, y vosotros seguramente, desdeñareis lo que digo. Pero yo tengo razón y vosotros no; sólo tendríais alguna razón para rechazar lo que digo si vuestros sentimientos se correspondieran con la realidad como los míos lo hacen. Pero no pueden. La realidad no es ni buena ni mala; simplemente es lo que a mi me entusiasma y a vosotros os deprime. Y lo siento por vosotros, porque es más agradable estar entusiasmado que deprimido... y no sólo más agradable, sino mejor para la vida de cada uno.
Con 25 años se casó, tuvo dos hijas y muy pronto se convirtió en el director de estudios matemáticos del Kings College.
Él era un hombre reservado, modesto, de trato fácil y desinhibido, con una risa contagiosa y ruidosa. Su tolerancia y buen humor le permitía discrepar fuertemente sin ofender; como ocurrió con su Hermano Michael, cuya ordenación, como ateo militante, lamentó. De él se dijo que su enorme tamaño corporal era acorde a su nivel intelectual. Murió en 1.930, con tan sólo 26 años, con todo un mundo de relaciones matemáticas por descubrir, y toda una vida de posibilidades espléndidas por vivir.
Tras este apunte biográfico, pasamos a introducirnos de lleno en la teoría de Ramsey. A lo mejor cuando hayamos terminado y veamos orden en el caos, pensemos que, quizás sea irremediablemente, una consecuencia más del Teorema de Ramsey.
Naturalmente, siempre existen muy buenos motivos para que esto suceda, y si no se dan esos buenos motivos, simplemente no sucede. Por ejemplo en la España de hoy, con los sistemas educativos, con las políticas en materia científica de los últimos años y con la utilización que se hace desde las esferas del poder de los medios de comunicación, sería un suceso de probabilidad cero que tal cosa ocurriera.
En el período comprendido entre ambas guerras mundiales, en las ciudades de Oxford y Cambridge ocurrió algo así. Tan sólo en el Trinity College, tenemos los nombres de G.H. Hardy, John Littlewood, Srinivasa Ramanujan, Bertrand Russell, Ludwig Wittgenstein,...por mencionar los que reconozco a vuelapluma en esta lista
de alumnos distinguidos de esos años en el Trinity.
Frank Plumpton Ramsey nació en Cambridge en el año 1903. Pertenecía a una familia de extraordinario nivel en todos los sentidos: intelectual, social y monetario. Su padre, Arthur Stanley Ramsey fue presidente del Magdalene College de Cambridge. Su hermano Michael Ramsey fue arzobispo de Canterbury, ni más ni menos.
Dearrolló su labor intelectual en el Kings College de Cambridge desde 1.924 hasta 1.930, año en el que murió por las complicaciones derivadas de una operación quirúrgica.
Con 19 años publicó una revisión crítica de la obra de Keynes tan demoledora que el propio Keynes se vió obligado a recosiderar sus planteamientos anteriores.
Su mayor aportación a la matemática es la denominada Teoría de Ramsey, que no es sino el desarrollo de una idea central, contenida en el Teorema de Ramsey, que es el objeto de esta serie de post.
Pablo Fernández Gallardo y José Luis Fernández Pérez, autores este artículo magníficamente redactado, mencionan unas palabras de Ramsey ante un selecto grupo de discusión de Cambridge, que nos revelan un Ramsey apasionado, socialmente inquieto y amante de la vida :
Mi cuadro del mundo está dibujado en perspectiva, y no como un modelo a escala. El primer plano lo ocupan los seres humanos, y las estrellas son, para mí, tan pequeñas como monedas de tres peniques. No creo realmente en la astronomía, excepto como una complicada descripción de parte del curso de las sensaciones humanas y, posiblemente animales.
Aplico mi perspectiva no sólo al espacio, sino también al tiempo. A la larga el mundo se enfriará y todo morirá; pero queda mucho para eso, y su valor actual, a interés compuesto es casi nada. Que el futuro sea vacío no quita valor al presente.
La humanidad, que ocupa el primer plano de mi lienzo, es para mí interesante y toda ella admirable. Encuentro, al menos hasta ahora, que el mundo es un lugar placentero y excitante. Puede que vosotros lo encontréis deprimente; lo siento por vosotros, y vosotros seguramente, desdeñareis lo que digo. Pero yo tengo razón y vosotros no; sólo tendríais alguna razón para rechazar lo que digo si vuestros sentimientos se correspondieran con la realidad como los míos lo hacen. Pero no pueden. La realidad no es ni buena ni mala; simplemente es lo que a mi me entusiasma y a vosotros os deprime. Y lo siento por vosotros, porque es más agradable estar entusiasmado que deprimido... y no sólo más agradable, sino mejor para la vida de cada uno.
Con 25 años se casó, tuvo dos hijas y muy pronto se convirtió en el director de estudios matemáticos del Kings College.
Él era un hombre reservado, modesto, de trato fácil y desinhibido, con una risa contagiosa y ruidosa. Su tolerancia y buen humor le permitía discrepar fuertemente sin ofender; como ocurrió con su Hermano Michael, cuya ordenación, como ateo militante, lamentó. De él se dijo que su enorme tamaño corporal era acorde a su nivel intelectual. Murió en 1.930, con tan sólo 26 años, con todo un mundo de relaciones matemáticas por descubrir, y toda una vida de posibilidades espléndidas por vivir.
Tras este apunte biográfico, pasamos a introducirnos de lleno en la teoría de Ramsey. A lo mejor cuando hayamos terminado y veamos orden en el caos, pensemos que, quizás sea irremediablemente, una consecuencia más del Teorema de Ramsey.
3 comentarios
Eratóstenes -
Por mucha voluntad que tenga un genio, poco podra crear si no tiene la educacion, los medios y el entorno adecuado. Nuestra sociedad parece que no lo ha entendido. Peor aun, a veces creo que no hemos entendido la importancia que tiene cultivar esa materia gris.
Muy pocos tienen el don, pero no basta con una buena semilla. Hace falta una buena tierra y unos buenos cuidados para que pueda dar sus frutos.
Hasta la gente mas corriente dara lo mejor si se la cuida adecuadamente.
Gracias por regar esta macetilla, jardinero Petros :-)
Tio Petros -
willy -