¿Para qué sirve el pensamiento crítico?
En parte de este post adoptaré una forma de hablar ligeramente abusiva. Cuando hace unos posts el Sr. Cabrera me indicaba en un comentario que el conjunto de los números reales no podía ser subconjunto del conjunto de los complejos, pasaba algo parecido. A veces cometemos abusos del lenguaje, sin que tal cosa deba preocuparnos en exceso si el abuso es leve y los lectores están avisados de las claves en las que se habla. Le explicaba yo al Sr. Cabrera en una apostilla a su comentario que era vía un isomorfismo que yo identificaba el subconjunto de los complejos con parte imaginaria nula con los reales. No creo que haya lector que no admita que tal abuso del lenguaje es benigno y que no hace falta ser purista en exceso, al menos en un blog como ese, que pretende pasear por la matemática, por la ciecia y por el pensamiento humano en general. Espero que el lector entienda que cuando digo que la especie humana es diferen te al resto de las especies, o que han hecho falta X gigaaños para llegar a donde ahora estamos, sepa entender esta dimensión abusiva del lenguaje, que en caso alguno intenta caer en intenciones teleológicas o metafísicas, de las que el autor quiere precisamente huir como de la peste.
La especie humana es algo diferente de las demás especies con las que comparte el planeta: es la primera en hacer un montón de cosas; está modificando la superficie del planeta a su antojo, tiene poder destructor sin límites, incluso contra sí mismo; intenta comprender el mundo, preocupándose de cosas muy lejanas a su inmediata supervivencia; fabrica y almacena utensilios, tiene creencias, es artista y crea belleza, es capaz de comportamientos antinaturales sin límite para lo bueno y para lo malo; tiene un lenguaje y un poder de manipulación sin precedentes...
Seguramente todas estas habilidades están presentes en otras especies en mayor o menor grado, a veces tan sólo de forma testimonial; y el hecho diferencial humano es cuestión de grado y no de esencia; pero aún así, el grado es de tal magnitud que abruma.
La unicidad de la especie humana actual nos hacer ver que somos los primeros y los únicos en la historia de la vida en la tierra en conseguirlo; han hecho falta 4,5 gigaaños para llegar hasta aquí. En realidad han hecho falta muchos más, por lo menos el doble, teniendo en cuenta que fue necesaria una generación previa de estrellas para sintetizar los átomos de los que estamos constituidos, que no provienen (no pueden provenir) del sistema solar.
Este panorama tan sobrecogedor nos induce a dejar de ser críticos con nuestras opiniones y casi estamos ansiosos por caer en el error de los argumentos teleológicos.
Me explico:
Es muy satisfactorio desde el punto de vista humano pensar que somos la cúspide de algo; el culmen del desarrollo evolutivo que se va perfeccionando y va progresando desde los imperfectos protozoos hasta el rey de la creación.. Una vez que hemos cedido en este punto, es más fácil imaginar que el proceso está dirigido, que hay una finalidad universal de la que somos, sino centro, sí parte importante. Frases como ¿para qué tanto espacio desaprovechado si fuéramos los únicos? ¿ Cómo va a existir diseño sin diseñador? Ejemplifican bien este extremo, y se leen y escuchan por doquier.
Llegados aquí, nada cuesta bajar otro peldaño en la racionalidad e imaginar que en efecto somos producto de Alguien que tiene un plan. El nombre de ese alguien varía con el tiempo y las culturas. A veces es un dios, otras veces se presenta como una especie alienígena.
Y ya puestos, si hemos cedido hasta aquí, ¿quién nos va a impedir creer que existen enormes diferencias entre las etnias humanas y la nuestra (¡cómo no!) es la superior ; o más aún, la elegida por ese Alguien para la supremacía sobre las otras? Algo de esto pasó sin duda en la Alemania nazi, donde millones de ciudadanos admitieron de buen grado los postulados del nazismo sin mayores problemas de conciencia. Algo similar psas hoy en día en multitud de lugares
Frente a los escépticos, que no admiten (admitimos) hipótesis sin pruebas, exigiendo mayores pruebas cuanto más extraordinarias sean las afirmaciones, están los crédulos que admiten gustosamente hipótesis mágicas aduciendo que no se puede demostrar que son falsas, cuando éste es su principal defecto. Pero hay otros peores: los hiperescépticos, que no admiten la suficiencia de razonamiento alguno (sobre todo si va en contra de sus postulados, para los cuales son totalmente crédulos) . Algunos incluso rechazan existencia de una verdad objetiva: los subjetivistas New Age, por ejemplo, o los filósofos postmodernos. Mucho crédulos se comportan como hiperescépticos cuando les conviene: intentad convencer con argumentos sólidos a un creacionista de la validez de la evolución y comprenderéis que para algunos, la razón no es suficiente arma. No habrá argumento suficiente para cambiar sus opiniones.
Esta dificultad no es una problemática del poder demostrativo de la ciencia, sino que es una característica propia de pensamiento paranormal. Existe un filtro que impide el paso de los razonamientos críticos a las teorías paranormales: están blindadas al razonamiento coherente. Esto es así por un motivo fácilmente comprensible: si se admite el razonamiento crítico y coherente los postulados caen como un castillo de naipes.
Sin embargo, y a pesar de nuestra dificultad de desmontar las creencia mágicas, tenemos ya suficiente arsenal teórico y práctico para afirmar decididamente que, aunque aún no conocemos todos los detalles y puede que no los conozcamos nunca, el hombre no es el punto omega de Teilhard de Chardin, que el universo no se comporta como si tuviese una finalidad, que la tierra no tiene cuatro mil años de antigüedad, que los ovnis no son naves extraterrestres, que la telepatía brilla por su ausencia...
Es cierto que la verdad está ahí afuera, pero también lo es que la forma de conocerla está a nuestro alcance por procedimientos que nada tienen de esotérico.
Lo que falta es trasladar a la gente esta situación actual de la ciencia. La tarea divulgadora es ingente, pues choca con intuiciones falsas y creencias muy queridas. Es importante hacer este esfuerzo; tenemos mucha historia por detrás y estamos preparados para dejar la magia de una vez por todas para los ratos de diversión y ocio. Puedo disfrutar plenamente de las creaciones literarias de Tolkien sin necesidad de creer en los elfos ni en los hobbits. Puedo vibrar con la poesía del Cantar de los Cantares sin creer en la Biblia como verdad revelada; y puedo sobrecogerme con la magnificencia de un canto gregoriano sin creer en que haya alguien escuchándolo en las alturas. En suma: puedo asumir lo mejor de la producción humana sin necesidad de aceptar creencias impuestas desde el poder o desde la ignorancia, que se resisten a morir.
Contribuyendo a potenciar este espíritu crítico contribuimos a mejorar el mundo; luchando contra argumentos pseudocientíficos luchamos primeramente contra el engaño y la mentira, y de paso contra las argucias que se aducen justificando la xenofobia y el racismo, la opresión y el genocidio.
El pensamiento crítico se muestra como una herramienta válida e importante para cambiar este estado de las cosas. Esta es la verdadera utilidad del escepticismo en sentido moderno, muy alejado del otro escepticismo filosófico que negaba la posibilidad de acceder al conocimiento. Quizás para evitar esta connotación de agnosticismo gnoseológico prefiramos algunos hablar simplemente de pensamiento crítico.
La especie humana es algo diferente de las demás especies con las que comparte el planeta: es la primera en hacer un montón de cosas; está modificando la superficie del planeta a su antojo, tiene poder destructor sin límites, incluso contra sí mismo; intenta comprender el mundo, preocupándose de cosas muy lejanas a su inmediata supervivencia; fabrica y almacena utensilios, tiene creencias, es artista y crea belleza, es capaz de comportamientos antinaturales sin límite para lo bueno y para lo malo; tiene un lenguaje y un poder de manipulación sin precedentes...
Seguramente todas estas habilidades están presentes en otras especies en mayor o menor grado, a veces tan sólo de forma testimonial; y el hecho diferencial humano es cuestión de grado y no de esencia; pero aún así, el grado es de tal magnitud que abruma.
La unicidad de la especie humana actual nos hacer ver que somos los primeros y los únicos en la historia de la vida en la tierra en conseguirlo; han hecho falta 4,5 gigaaños para llegar hasta aquí. En realidad han hecho falta muchos más, por lo menos el doble, teniendo en cuenta que fue necesaria una generación previa de estrellas para sintetizar los átomos de los que estamos constituidos, que no provienen (no pueden provenir) del sistema solar.
Este panorama tan sobrecogedor nos induce a dejar de ser críticos con nuestras opiniones y casi estamos ansiosos por caer en el error de los argumentos teleológicos.
Me explico:
Es muy satisfactorio desde el punto de vista humano pensar que somos la cúspide de algo; el culmen del desarrollo evolutivo que se va perfeccionando y va progresando desde los imperfectos protozoos hasta el rey de la creación.. Una vez que hemos cedido en este punto, es más fácil imaginar que el proceso está dirigido, que hay una finalidad universal de la que somos, sino centro, sí parte importante. Frases como ¿para qué tanto espacio desaprovechado si fuéramos los únicos? ¿ Cómo va a existir diseño sin diseñador? Ejemplifican bien este extremo, y se leen y escuchan por doquier.
Llegados aquí, nada cuesta bajar otro peldaño en la racionalidad e imaginar que en efecto somos producto de Alguien que tiene un plan. El nombre de ese alguien varía con el tiempo y las culturas. A veces es un dios, otras veces se presenta como una especie alienígena.
Y ya puestos, si hemos cedido hasta aquí, ¿quién nos va a impedir creer que existen enormes diferencias entre las etnias humanas y la nuestra (¡cómo no!) es la superior ; o más aún, la elegida por ese Alguien para la supremacía sobre las otras? Algo de esto pasó sin duda en la Alemania nazi, donde millones de ciudadanos admitieron de buen grado los postulados del nazismo sin mayores problemas de conciencia. Algo similar psas hoy en día en multitud de lugares
Frente a los escépticos, que no admiten (admitimos) hipótesis sin pruebas, exigiendo mayores pruebas cuanto más extraordinarias sean las afirmaciones, están los crédulos que admiten gustosamente hipótesis mágicas aduciendo que no se puede demostrar que son falsas, cuando éste es su principal defecto. Pero hay otros peores: los hiperescépticos, que no admiten la suficiencia de razonamiento alguno (sobre todo si va en contra de sus postulados, para los cuales son totalmente crédulos) . Algunos incluso rechazan existencia de una verdad objetiva: los subjetivistas New Age, por ejemplo, o los filósofos postmodernos. Mucho crédulos se comportan como hiperescépticos cuando les conviene: intentad convencer con argumentos sólidos a un creacionista de la validez de la evolución y comprenderéis que para algunos, la razón no es suficiente arma. No habrá argumento suficiente para cambiar sus opiniones.
Esta dificultad no es una problemática del poder demostrativo de la ciencia, sino que es una característica propia de pensamiento paranormal. Existe un filtro que impide el paso de los razonamientos críticos a las teorías paranormales: están blindadas al razonamiento coherente. Esto es así por un motivo fácilmente comprensible: si se admite el razonamiento crítico y coherente los postulados caen como un castillo de naipes.
Sin embargo, y a pesar de nuestra dificultad de desmontar las creencia mágicas, tenemos ya suficiente arsenal teórico y práctico para afirmar decididamente que, aunque aún no conocemos todos los detalles y puede que no los conozcamos nunca, el hombre no es el punto omega de Teilhard de Chardin, que el universo no se comporta como si tuviese una finalidad, que la tierra no tiene cuatro mil años de antigüedad, que los ovnis no son naves extraterrestres, que la telepatía brilla por su ausencia...
Es cierto que la verdad está ahí afuera, pero también lo es que la forma de conocerla está a nuestro alcance por procedimientos que nada tienen de esotérico.
Lo que falta es trasladar a la gente esta situación actual de la ciencia. La tarea divulgadora es ingente, pues choca con intuiciones falsas y creencias muy queridas. Es importante hacer este esfuerzo; tenemos mucha historia por detrás y estamos preparados para dejar la magia de una vez por todas para los ratos de diversión y ocio. Puedo disfrutar plenamente de las creaciones literarias de Tolkien sin necesidad de creer en los elfos ni en los hobbits. Puedo vibrar con la poesía del Cantar de los Cantares sin creer en la Biblia como verdad revelada; y puedo sobrecogerme con la magnificencia de un canto gregoriano sin creer en que haya alguien escuchándolo en las alturas. En suma: puedo asumir lo mejor de la producción humana sin necesidad de aceptar creencias impuestas desde el poder o desde la ignorancia, que se resisten a morir.
Contribuyendo a potenciar este espíritu crítico contribuimos a mejorar el mundo; luchando contra argumentos pseudocientíficos luchamos primeramente contra el engaño y la mentira, y de paso contra las argucias que se aducen justificando la xenofobia y el racismo, la opresión y el genocidio.
El pensamiento crítico se muestra como una herramienta válida e importante para cambiar este estado de las cosas. Esta es la verdadera utilidad del escepticismo en sentido moderno, muy alejado del otro escepticismo filosófico que negaba la posibilidad de acceder al conocimiento. Quizás para evitar esta connotación de agnosticismo gnoseológico prefiramos algunos hablar simplemente de pensamiento crítico.
26 comentarios
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francy -
te felicito por otro gran articulo, gracias por conpartir sus ideas sobre el pensamiento critico... haora todos nosotros sabemos en realidad que es el pensamiento critico
Lala -
Rodrigo Vergara -
1) El pensamiento crítico es muy difícil de enseñar, aprender y evaluar, por lo que se opta más por la memorización y la resolución de problemas.
2) Cuando alguien tiene desarrollado el pensamiento crítico, es muy difícil que lo engañen y manipulen. Si el pensamiento crítico fuera masificado, los vendedores tendrían muchos problemas para vender; los canales de televisión tendrían que elevar el nivel de su programación; los políticos tendrían que poner más atención a lo que dicen; en fin... Por ello, a los poderosos no les conviene que se enseñe pensamiento crítico en las escuelas. Es lo mismo que con los caciques de pueblo o patrones de fundo, que no querían que sus inquilinos fueran educados para que no se dieran cuenta de la manera en que él abusaba de ellos.
Tengo un blog donde hablo de temáticas educativas, llamado "Ingeniería del Conocimiento", cuya dirección es http://roverg.blogspot.com Te invito cordialmente a verlo.
Saludos
Carlos -
Carlos -
Tio Petros -
Cualquier otra opción sí que pasa por la teología.
TioPetros -
Pides una auténtica correspondencia; me imagino que entre modelo y realidad.
Quizás no seas consciente de la magnitud de la petición. Una auténtica "correspondencia" o mejor; un auténtico isomorfismo entre el comportamiento del modelo y el de la realidad haría necesariamente que la complejidad de ambos fuera similar.
Para qué leches querríamos el modelo entonces?
Me parece que las cosas no van por ahí...
Carlos -
Anónimo -
---------
Es demasiado arriesgado decir que eso es un criterio de verdad. ¿Hay una auténtinca correspondencia ? No.
samu -
Ford.Prefect -
Cuatro verdades bien dichas que, no por sabidas, deben dejar de repetirse de cuando en cuando.
Carlos: Por más que releo el artículo del Tio Petros no acabo de encontrar juicio moral alguno, ni "elevaciones" a la categoría de teología (lo que en todo caso sería llevarlo al terreno de la literatura, pues ya dijo Borges que la metafísica era una rama de la ciencia-ficción).
Se trata simplemente de poner en su sitio a aquellos que reclaman verdad objetiva para sus desbarres mentales, barnizándolos del lenguaje de la ciencia de la que tanto reniegan.
La respuesta a tu cuestión es bastante clara: el criterio de verdad no lo da el modelo, sino su correspondencia con la realidad observable. Ningún parecido con la teología ¿no?
Un saludo,
Carlos -
TioPetros -
Se le menciona habitualkmente unido al nombre de otros filósofos franceses 0 francófonos tales como Jacques Lacan, Gilles Deleuze, Julia Kristeva, Luce Irigaray, Bruno Latour y Paul Virilio.
Con mayor o menor propiedad estamos hablando de los filósofos postmodernos, contra los que Alan Sokal y Jean Bricmont arremetieron con
su libro "Imposturas intelectuales".
De ellos en general, aunque nunca de Derrida en particular, hemos hablado aquí:
http://blogia.com/tiopetrus/index.php?idarticulo=200310271
y también aquí:
http://blogia.com/tiopetrus/index.php?idarticulo=200407281
Por eso comentaba yo que ahora veía claro el motivo de desacuerdo con nuestro amigo Carlos.
Lola Cárdenas Luque -
Un lenguaje muy asequible, una exposición muy clara de un problema real con el que nos topamos todos los días, y a la vez muy educada y contundente.
Enhorabuena.
juan -
Tio Petros -
Si tu forma de pensar está cercana a Derrida y cia, entonces sí te comprendo.
Ahora ya comprendo perfectamente nuestros puntos de desacuerdo.
Carlos -
TioPetros -
juan -
juan -
felicidades y gracias por el articulo.
de nuevo, un texto exquisito de apologia del pensamiento critico.
creo que los adalides de la pseudo-ciencia tienen la virtud de la difusion. mientras, los avances cientificos reales y el pensamiento esceptico se suelen topar con el ostracismo y la falta de difusion.
hacen falta mas personas como tu que divulguen verdadera ciencia.
Nico -
Tio Petros -
Lo que no entiendo es que digas "Lamento disentir, pero elevar el pensamiento crítico racional de esa forma lleva implícito pensar que el universo está diseñado de alguna manera en base a esta metodología"
Dices que defiendes el racionalismo por puro pragmatismo. Bien. ¿Y yo?
Es que piensas que un escéptico lo defiende porque cree otra cosa diferente de que ese ha demostrado ser el mejor camino para estudiar y comprender el mundo?
Realmente no comprendo nuestros puntos de desacuerdo
Carlos -
Ya sé que no se estará de acuerdo conmigo, quizá mi pensamiento peca de posmoderno y ya sé que este pensamiento no está muy bien acogido en ciertos círculos racionalistas ;o) ...
Carlos -
Carl Philip -
Concuerdo al ciento diez por ciento (uso abusivo del lenguaje) con todo lo que has dicho. Quizá añadiría que como parte de este pensamiento crítico que defiendes (defendemos), resulta necesario identificar las causas de la creencia en lo ilusorio. Aunque no puedo demostrarlo, creo que los seres humanos no estamos muy diferentemente construidos unos que otros, postulado que si resulta acertado nos lleva a la conclusión de que todos tenemos potencial para creer en lo paranormal. Sólo el conocimiento de por qué se cree en esas cosas nos ayudará a identificar y frenar en nosotros tales tendencias.